El pasado mes de diciembre nos dejaba Ricardo Miledi Daw, a la edad de 90 años. Nació en Chihuahua (Mexico) y cursó la licenciatura de Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Mexico (UNAM). Su carrera científica se inició en el Instituto Nacional de Cardiología, donde pronto destacó por su originalidad y habilidad experimental, lo que le abrió las puertas primero a una beca de la Fundación Grass para una estancia en Woods Hole, Massachusetts (EE.UU.) y, posteriormente, a otra de la Fundación Rockefeller, para una estancia de 2 años en el laboratorio de Sir John C. Eccles, entonces en el Centro de Investigación Médica John Curtin de Camberra (Australia). En 1959, Sir Bernard Katz le invitó a unirse a su laboratorio en el University College de Londres (UCL) y mantuvo con él una fructífera colaboración investigadora, que les permitió esclarecer, entre otras cosas, el papel del calcio en la liberación de neurotransmisores y determinar, por primera vez, mediante análisis de ruido, las propiedades elementales de un canal iónico, el asociado al receptor nicotínico de acetilcolina (nAChR). Durante su estancia en UCL, Ricardo Miledi, sentó también las bases funcionales de los receptores sinápticos y extrasinápticos, utilizando la unión neuromuscular como modelo, y fue el primero en purificar el nAChR y en utilizar los ovocitos de Xenopus para estudiar la función de canales iónicos de neuronas de mamífero trasplantados en estas células. En 1984, se trasladó como Distinguished Professor a la Universidad de California (Irvine), donde continuó con el estudio de las propiedades funcionales y la modulación de neurorreceptores utilizando técnicas de biología molecular y registros electrofisiológicos en ovocitos. Su dilatada y productiva actividad investigadora le llevó a ser unos de los 10 neurocientíficos más citados de todos los tiempos y a recibir innumerables premios, incluyendo los prestigiosos Luigi Galvani (1987), King Faisal de la Ciencia (1988), The Royal Medal of the Royal Society (1998), Príncipe de Asturias (1999) y Juan Negrín (2009), entre otros. Otros galardones importantes fueron sus nombramientos como miembro de las principales academias y sociedades científicas mundiales, incluyendo la National Academy of Sciences (USA), la Royal Society (UK), la European Academy of Arts, Sciences and Humanities, o la Academia Mexicana de las Ciencias, así como Doctor Honoris Causa por diversas universidades europeas y americanas. En todos sus galardones tuvo presente a sus numerosos colaboradores, a los que expresamente dió un gran reconocimiento y con frecuencia expresó su esperanza en que los premios recibidos pudieran contribuir a motivar a los jóvenes, particularmente latinoamericanos, a iniciarse en la investigación científica. En este sentido, son esclarecedoras las palabras que hizo llegar Sir B. Katz al Simposium en honor de Ricardo Miledi, celebrado en Roma en el año 2000: “…. lo realmente grande de Ricardo es algo que una vez me comentó mi antiguo amigo el Prof. A.V. Hill. Lo que A.V.H. me dijo acerca de Ricardo fue: coge cualquier científico joven, inexperto y tal vez asustado de comenzar a investigar. Simplemente deja a Ricardo que actúe sobre él y le engrandecerá”. La realidad es que ha dejado más de un centenar de discípulos directos suyos investigando por todo el mundo, que acreditan, aparte de su excepcional categoría científica, su gran labor en la formación de investigadores.

Ricardo buscó en todo momento mantenerse al margen de los focos mediáticos, a pesar de los innumerables premios y reconocimientos recibidos y fue un auténtico referente de discreción, honestidad y tenacidad. Se esforzó en facilitar la creación de ambientes multiculturales en su laboratorio (no era infrecuente encontrar trabajando en su laboratorio postdocs de más de 10 países distintos) y siempre estuvo comprometido con los más desfavorecidos, incluso abriendo las puertas a personas con grave riesgo de exclusión social, para mostrarles otros caminos. Sin duda, su gran soporte fue su querida e inseparable Mela, a quien adoraba y a quien reconocía como “el lado oculto de su éxito”. Era ella quien, en coordinación con Ricardo, se encargaba de “cuidar” a sus discípulos, hasta en los más pequeños detalles, e incluso quien bordaba en un mantel las firmas de sus queridos colaboradores.

Sin duda, los que tuvimos la suerte de conocerle, le echaremos mucho de menos. Era una persona muy especial, con unas cualidades intelectuales asombrosas, capaz de combinar su extraordinaria brillantez con una sencillez y amabilidad exquisitas, siempre próximo a su interlocutor, fuese quien fuese. Me gustaría terminar agradeciéndole su enorme labor y su dedicación a los que en algún momento nos formamos con él y recordando sus propias palabras para que el eco siga en el aire: «…espero que los nuevos jóvenes emprendan esta gran aventura que es hacer la investigación científica. Yo llevo más de 50 años, ha sido un placer, hacer investigación es una grandísima aventura y espero que les de todas las alegrías que a mí me ha dado».

Gracias Ricardo.

Andrés Morales

Dpto. de Fisiología, Genética y Microbiología

Universidad de Alicante